Rufino Rodríguez / Transcripción

Transcripción del episodio: "Rufino Rodríguez: Un aficionado a la arqueología que vende libros usados y escribe historias del desierto"

TEMPORADA 2 / EPISODIO 2

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Un aficionado a la arqueología que vende libros usados y escribe historias del desierto 

Rufino Rodríguez Garza es un investigador de las antiguas culturas del desierto, librero, coleccionista, escritor. Administra una librería de segunda mano en el primer cuadro de la ciudad de Saltillo, donde entre estantes y cajas que se desbordan, resguarda más de 100 mil libros en un espacio de 65 metros cuadrados. Es común encontrarlo investigando en algún páramo, o conviviendo con sus amigos en un mercado. 

Yo me llamo Rufino Rodríguez Garza, vine de Tamaulipas y me gustó tanto Saltillo que aquí me quedé. Quizás te haya pasado a ti también lo mismo porque tu no eres de aquí tampoco, igual que yo, pero Saltillo tiene algo que nos atrapa, que nos junta.

Y cuando preguntas que a qué me dedico: bueno, inicialmente soy librero. Soy investigador de las antiguos culturas del desierto antes de la llegada de los españoles. Coleccionista, lector compulsivo, siempre estoy leyendo y pues escribiendo, también tengo ese gusto por escribir.

Batallo, porque pues no soy profesionista. Pero bueno, pues hago dos columnas mensuales para un periódico digital que antes era impreso, pero ahora con la modernidad son digitales y bueno, mi principal actividad ahorita es estar entre los libros.

No solamente uno compra y vende, sino que también los arreglas, los valoras, los marcas y muchos de ellos los leo, o cuando menos me entero de qué se tratan para cuando me pregunten  poder ofrecer del tema que tu estás buscando.

La satisfacción también es esa, de que uno ayuda a los investigadores, a los periodistas, a los tesistas, a los que hacen trabajos escolares; los que hacen monografías y todo eso. Y entonces bueno, recurren a este tipo de negocios y el problema a veces no es tener libros, si no saber dónde está en este mar del libro porque tengo una cantidad muy muy exagerada: tengo más de 100 mil volúmenes aquí en 65 metros cuadrados de que es el territorio de esta librería. 

Don Rufino para entrar en contexto usted ¿qué estudio, ¿de dónde viene? ¿Qué quería hacer del niño? ¿Qué le gustaba leer? 

inicialmente mis papás eran, que ya murieron, originarios de Nuevo León, cuando hubo un reparto de tierras en Tamaulipas, papá consiguió 20 hectáreas en un pueblo que está en una ciudad que se llama Río Bravo. Es una una tierra que nos da para el mantenimiento solamente, porque además somos de una familia muy numerosa, mi mamá se alivió 14 veces. Ahorita vivimos ya nada más siete, de los cuales yo soy el mayor de los que quedamos.

Luego llegué, después de estudiar la primaria y la secundaria. Algunos de los primeros años estuve en una escuela unitaria,  yo no sé si sepas lo que es eso: Escuela unitaria en en los ranchos o ejidos es un solo maestro para los seis grados, entonces en el mismo salón estamos desde primero hasta el sexto, eso se les llama escuelas unitarias.

Yo estuve un par de años en una escuela de ese tipo en un rancho y luego ya me fui al pueblo y estuve hasta un año estudiando en una primaria de Reynosa y el resto pues ahí en Río Bravo, que fue donde terminé mi primaria,  luego la secundaria ahí mismo.

Pero al terminar la secundaria pues yo quería seguir estudiando, y papá pues no había dinero pero pues de alguna manera me vine a Monterrey y pasé el examen para entrar a prepa pero no había cupo, y además era foráneo.

Entonces estando ya en la central de camiones me encuentro con unos paisanos, pero ellos se habían venido a Saltillo y me dijeron: No te preocupes, vete a Saltillo, en Saltillo no hay problema de sobrepoblación.

Y entonces bueno, pues de ahí en vez de irme a Tamaulipas me vine a Saltillo y bueno, me dijeron pues ahí en el Ateneo estudia bachillerato, aquí en el tecnológico estudia vocacional, que es una preparatoria técnica. Y entonces este mi orientación vocacional fue que el edificio que más me gustó, fue el del Tecnológico, porque yo no sabía la diferencia.

Yo sabía que estudiando en el Ateneo o en el Tecnológico podía aspirar a una carrera superior, pero lo que no sabía es que estudiando en el Tecnológico, nada más podía optar por las carreras técnicas, o sea una ingeniería, en cambio si hubiera estudiado bachillerato podía entrar a humanidades, medicina, filosofía, geografía y otras carreras. Y bueno,  como dicen en la Narro: No inscribirse y no morirse es recibirse, hice vocacional dos años y luego cuatro de carrera en el Tecnológico.

Conservo muy buenos amigos, fuimos una generación, la cuarta, por cierto que salía de ingeniería. Salimos alrededor de 40 personas, 42, de los cuales una mujer solamente que ya se nos adelantó, y bueno, pues están desparramados en la República, algunos eran de Tamaulipas, otros de Nuevo León, otros de varias partes de Coahuila y algunos muchos de acá de La Laguna, por supuesto, había de San Pedro y de Matamoros y y de la ciudad de Torreón.

Todavía no estaba el Tecnológico Regional de La Laguna, en aquel Tecnológico de La Laguna, estudió Riquelme, por ejemplo, y el que ahora es el Rector de la Universidad también salió del Tecnológico Regional de La Laguna, y Riquelme fue alumno de Hernández Vélez, quien daba la clase de matemáticas según nos ha platicado.

Fue cuando yo empecé a tener muchas relaciones  con mucha gente, pero el el inicio de la lectura es una de tus preguntas y yo con mucho gusto te la respondo.

En la casa no había Biblias, libros, periódicos, revistas, monitos, no había nada. Entonces  el gusto por la lectura yo sí se lo debo a mis maestros, tanto en secundaria, quizás, pero luego en la vocacional aquí en Saltillo. 

Un profesor que se murió  hace muchos años, siendo director de leyes daba clases en el Tecnológico, Arturo Ruiz Higuera, que creo es originario de La Laguna, no sé si de San Pedro o de la ciudad de Torreón, entonces me acuerdo perfectamente qué libro me prestó, Sinuhé, el Egipcio de Mika Waltari, un escritor de los Países Bajos, en Europa. Y fue el libro que yo leí de cabo a rabo, de la primera hasta la última  casi sin parar.

Pero luego tenía un compañero ahí en la escuela, se apellida Tijerina, un triunfador, un tipo listo y además inteligentísimo que me hice muy cuate de él y viví alguna vez hasta en su casa, incluso ya de casado aquí en Saltillo.  El papá tenía vicio por comprar libros, bueno, y no solamente los compraba, también los leía.

Y entonces es una gran biblioteca que tiene esa familia, Ceped Tijerina, aquí por la calle de Moctezuma, que es a dónde vive Filiberto, el compañero ese que te digo, que no solamente era listo, sino también inteligentísimo, se fue a México y es el primero egresado de un tecnológico regional, en ese tiempo que yo estudiaba nada más había 18 tecnológicos, el de Saltillo es el tercero que se fundó en la República, primero es Durango y luego Chihuahua y Saltillo, en ese en ese orden. 

Filiberto daba una clase muy difícil para un egresado de aquí, verdad, sin tener el roce que tienen los de la UNAM, daba clases de termodinámica que era una materia difícil. Esa materia empezó dando Filiberto allá en la UNAM, y entonces yo le debo mucho también a esa familia porque tenían muchos libros y  todos eran muy buenos lectores, él y sus tres hermanos, pues ahí leíamos.

Y Filiberto cuando íbamos a estudiar que estábamos en la escuela que éramos compañeros, era como tener una computadora. Filiberto tenía un pizarrón en su cuarto, es una cosa rarísima porque yo nomás conocía los pizarrones en las escuelas, pero él tenía uno donde nos explicaba problemas y todo.

Siempre le debemos a él haber pasado muchas materias, porque Cepeda Tijerina era un tipo que que siempre estaba adelantado y tenía una frase muy bonita, porque decía: Basta ir una página adelante de lo que está viendo el profe y estás del otro lado.

Hay anécdotas, por ejemplo, cuando un profesor se le perdió su problemario, Cepeda Tijerina se los hizo todos y le entregó otra vez su problemario, al profesor José Guadalupe Pérez Mona, se llamaba este profesor; ese gusto por la lectura yo lo agarré ya cuando estaba en prepa, porque pues en secundaria y en el rancho no había bibliotecas y pues en la casa tampoco había ni el gusto por tener una Biblia, somos católicos por tradición, pero no por otra cosa,  no practicantes.

Toda la gente de que lo conocemos aquí, que nos gusta la lectura, que buscan historia, ubicamos a un Rufino que es un señor bonachón, que está en su librería, que siempre está bromeando, con los que conoce, con los que no conoce y que ayuda también a quienes desean conseguir algún material especializados. ¿Quién es don Rufino en esta etapa profesional? ¿A qué se dedicó antes de montar la librería?

Aquí hubo una fábrica que todavía quedan algunos rescoldos, que se llamó Sincamex, una una fábrica que procesaba minerales. Ahí trabajé, en el departamento de métodos, pero trabajé también siendo estudiante, un verano lo trabajé en John Deere de Monterrey, aquí estaba la la Internacional. Teniendo nada más el primer año de dibujo, porque yo no conocía ni las escuadras, las reglas T y esas cosas, un respirador, para mi eran cosas muy raras.

Sin embargo, tuve buenos maestros en el Tecnológico, el primer año de dibujo con el profesor Samaniego, eso me sirvió para trabajar cuando se estaba construyendo la presa La Amistad, que inicialmente se iba a llamar Presa del Diablo, porque uno de los afluentes al río Bravo es un río que viene de Texas y que se llama Río Diablo, Devil River, y entonces por eso porque era un buen afluente que le proporcionaba mucha agua al Río Bravo, por eso se  iba a llamar así, pero luego los presidentes que era Johnson y Díaz Ordaz, acordaron cambiarle el nombre.

Ahí trabajé de dibujante, hacía las coladas que eran unos dibujos muy sencillos y que me pagaban muy bien, además creo que nos pagaban en aquel tiempo 50 pesos cada plano. Yo hacía varios al día y pues era mucha lana, yo pagado aquí de asistencia como  250 pesos al mes y que incluía comida, lavado y cuarto cuando estaba asistiéndome aquí en la ciudad.

Eso me permitió adelantar renta de la casa de asistencia, a comprar ropa y demás, pero trabajé allá en en Ciudad Acuña en lo que ahora es la grandísima Presa de la Amistad, pues me acuerdo muy bien de la inmensa obra, me llamaba mucho la atención pues aquellos track drill’s, se llaman unas máquinas que hacen perforación y verticales, metían ahí los cartuchos y luego silbaban para que la gente se protegiera o se retirara, y luego tronaban, entonces eso le fueron dando una forma muy bonita a las paredes.

Antes de ser librero trabajé también, gracias a la carrera, en algunas fábricas en México, en la Ciudad de México, en una fábrica alemana, por ejemplo, que hacía carburadores, bombas de gasolina también hacían ahí y máquinas de guitarra.

Luego trabajé en otra planta que se llamó a AMP Aircraft Marine Products, se hacían conectores y terminales sin soldaduras, se grapaban solamente en los cables y ahí se hacían los arneses. No sólo he sido librero, si no que también trabajé en la industria.

Todavía trabajando en México hubo oportunidad de ser vendedor en una compañía tan importante como es Siglo 21, que estaba la empresa pegada casi a la universidad, luego ahí estaba una entrada de la UNAM. Ahí conocí argentinos y europeos y cubanos y conocí a mucha gente del medio editorial, que eran escritores, que eran poetas, que eran ensayistas y estuve elaborando ahí varios años.

Después fundé unas oficinas para otra compañía en la Ciudad de Guadalajara, donde viví, no sé, unos 60 meses que son más de cinco años  y estuve en las primeras Ferias Internacionales de Libro.

Siempre había querido tener mi propio librería,  pero cuando iba de viajero para ofrecer los productos de las casas donde trabajé, de las editoriales, siempre buscaba este tipo de negocios, lugares con libros usados y entonces empecé a comprar libros para los conocidos, para los amigos y entonces bueno, pues ahí conseguía libros de todos, porque tenía amigos que les gustaban esa línea, libros de chistes, novelas difíciles o libros de historia que a lo mejor aquí era difícil conseguir.

Y entonces, Javier Villarreal, Armando fuentes Aguirre, Elías Cárdenas eran mis clientes  que me compraban eso que yo les traía, que conseguía gracias a mis viajes para Limusa, por ejemplo, pues yo los conseguía este material que ellos usaban y leían, a Jorge Fuentes le traía libros de toros, a Catón libros de chistes, a Elías Cárdenas y a Javier Villarreal libros de historia.

Conocí muchas librerías como estas y entonces yo fui maquinando esto, que cuando ya me jubilara yo quería poner una librería, y efectivamente hubo un momento en que la compañía me cambia, le abrí oficinas en Guadalajara, pero luego me mandan a Monterrey, yo sin desprenderme de Saltillo. Trabajé en México y venía cada 15 días.

Llegué a tener casa en México, la vendí cuando me cambié; de Guadalajara me mandaron a Monterrey, entonces ya era más cerquita estar aquí porque también aquí desde muy joven yo compré casa, gracias a eso mi hija a estudió la prepa en Guadalajara en el Instituto de Ciencias, que como curiosidad, en esa prepa donde mi hija estudió la carrera de Educación Media, ahí estudió Fernando del Toro, es una prepa de jesuitas que se llama Instituto de Ciencias que se había fundado en 1905 y que bueno, pues la compañía como una de las prestaciones me pagó la colegiatura de esa prepa. Entonces ahí estudió mi hija Liliana.

¿En qué momento decide montar una librería de usado y cómo fue este proceso de estarla montando?

Bueno, ya te comenté que cuando andaban eso en Morelia o en Guadalajara o en la Ciudad de México o en alguna otra parte buscaba yo este tipo de negocios y me hice amigo de los dueños o encargados y y bueno me fui este adentrando en el en el tema, pensando que en un futuro yo podía tener aquí, en Saltillo, una librería como como la que tengo.

Ya conocía porque había platicado con muchos libreros de libros de segunda, de libros usados. No tenía problemas porque pues yo tuve aquí una librería que duró muchos años, más de 30 años, que se llamó librería Zaragoza, que también me tocó fundar a mí, donde yo era socio industrial.

Cuando yo me salí para irme a trabajar a México, le vendí mis acciones al profesor Gilberto Duque, que en paz descanse, murió hace como un año, fue así como yo empecé.

El asunto de los libros usados es muy bonito, para empezar siempre tienes que tener dinero en la mano, porque pues no sabes en qué momento vienen a ofrecerte libros. Siempre tienes que tener con qué comprarlos, pero luego tienes que arreglarlos, tematizarlos cuando estés acomodando en los estantes, y valorarlos, saber qué precios entonces.

Yo me me ayudo con catálogos generales, pues no sé, de Porrúa, de Limusa, de Trillas, de otras editoriales porque si me llegan libros, yo ya tengo idea de a cómo lo voy a dar, no lo voy a vender aunque me llegue a veces empaquetado todavía con celofán. Pues yo lo vendo como usado, no, por eso son más baratos los libros de segunda que los libros que puedas comprar en tiendas como Sanborns, Walmart o Galerías.

Aquí Saltillo se acabaron las librerías, como que este negocio viene a ayudar un poco a la falta de bibliografía, porque resulta que tenemos aquí, nada más en una ciudad que tiene alrededor de un millón de habitantes, más de 11 universidades privadas más las oficiales, el tecnológico, la UAC, etcétera, todas estas preparatorias y escuelas superiores, pero no hay librerías, se fueron cerrando todas las librerías.

¿Por qué causas? Bueno, eso son cuestiones económicas, es un mal de México, o sea, tenemos una librería en en la República por cada 400.000 habitantes, cuando en Argentina hay una librería por cada 30.000, fíjate la diferencia ¿no? o en Europa por cada cinco mil habitantes hay una librería, ya que acá no se puede, no en España.

Entonces este tipo de librería vino a llenar un hueco porque, bueno, pues si no hay de nuevos, pues usados y si no, la gente los pide por internet, pide por Amazon o por por Gandhi. Nosotros llegamos porque somos varios libreros aquí en la en la ciudad, pero librería Martínez, que se cerró cuando después de más de 80 años que tenía esa librería, Zaragoza que tenía, más de 30 tuvo Cristal, Selecta.

Por ejemplo ahorita si tú vas a Torreón no hay ninguna librería de línea. Le llamo librería de línea a las que venden libros nuevos. Me encontré solamente dos, te estoy hablando de hace un mes y medio que fui,  estuve 34 días en Torreón.

Me encontré nada más dos de usados por la calle Juárez, y luego, fíjate, qué curioso, el 50 por ciento de todas las librerías de la República están en la capital y el resto el otro 50 está repartidas en toda la el resto de la República. O sea, hay muy pocas librerías.

México nunca se ha destacado por ser un país de grandes lectores, sin embargo personas como tú, como algunos amigos míos o como el propio, tenemos muy buenas bibliotecas personales, por qué, por qué no hay buenas bibliotecas públicas.

Hay bibliotecas, pero nunca tienen las novedades, tienen algunos libros escolares y enciclopedias y cosas así. Las enciclopedia ya no se usan, porque mientras la enciclopedia te da una solución a uno de tus inquietudes, en Wikipedia te da 20 soluciones a la misma cuestión. Entonces bueno, yo dejé de comprar enciclopedias aquí para para vender pues hace ya unos 15 años más o menos.

La librería tiene 27 años, los cumplí en julio pasado y soy un librero reconocido, no solamente en Saltillo, porque bueno, gracias al internet dejaron de usarse las secciones amarillas y ahora estoy en línea. Yo sigo pagando un anuncio en en Telmex, o en la compañía que hace la Sección amarilla, pero ya no hay impreso, sino nada más está en la nube.

Eso me permite vender libros en Reynosa, en la misma Ciudad de México, en Chihuahua, en Durango, acabo de mandar un paquete de libros a Cuéncame, Durango, que por cierto lo mandé por correo y me asombré porque lo mandé un martes y para el jueves me hablaron que ya había llegado.

Me dio mucho gusto, porque otras veces he mandado libros hasta Brasil y pues se tardan 15-20 días, o a lo mejor a veces hasta el mes. Cómo se enteran, pues por el  directorio electrónico. Y  pues así es como como yo me me hice, yo empecé con alrededor de 2000 libros cuando abrí y ahorita tengo más de 100.000 unidades.

Es decir, tu eres una persona que lee pero suponiendo falles, que te mueras, a lo mejor a tu familia no le interesa lo tuyo y lo mejor en el mejor de los casos tus libros pueden venir a ofrecérmelos o a otros amigos, en el peor de los casos los mandan al recicle, a Maresa, por decir, una compañía.

Entonces de repente la gente no sabe qué hacer, por ejemplo, yo estoy asombrado, qué pasó con la biblioteca de Javier Villarreal Lozano, se desparramó, se malbarató y era una en una gran biblioteca. Entonces por eso en mi testamento, que espero durar todavía unos tres cuatro años más, ya dejé que los libros que tengo especializados en historia, prehistoria, novela histórica, que pasen a la Escuela de Ciencias Sociales, que tiene la carrera precisamente de historia.

Lo demás es literatura que a mí me gusta mucho, cosas de ensayos y demás, esos también ya lo tengo pensado, a mis hijos no les interesan como un negocio como este, entonces ya tengo pensado que es lo que voy a hacer. Yo quiero que se conserve la librería, que se conserve hasta el nombre, entonces a la persona a la que se los voy a ofrecer, esta es una de las peticiones es que se sigue llamando igual, Rodríguez Libros, porque pues es lo que está acreditado.

Te decía también que gracias a que no solamente soy conocido en la ciudad, sino también me conocen libreros de otras partes y eso permitió que ahora el 12 de noviembre me dieran un premio en Guadalajara, la Asociación de Libreros de Libros Antiguos y Usados, me dieron un reconocimiento, un libro de plata muy bonito. No se lo dieron solamente a un servidor. Me lo dieron como librero, pero estuvo Eduardo Matos, estuvieron otras personalidades: El Fisgón, que es un un gran cartonista o caricaturista, cómo se les dice: monero.

Yo estaba asombrado porque se habían fijado en mí, pues cómo lo hicieron, quién sabe, pero la cosa es que me llaman y me ofrecen y yo voy, me pagan los gastos y todo y fue hace escasamente un poquito más de un mes, porque fue el 12 de noviembre.

El premio lo recibí por el presidente de los libreros de allá y del el encargado en el municipio de Guadalajara, de la cuestión de cultura, que curiosamente ese señor había sido compañero de mi hija en la preparatoria que hizo allá en Jalisco, pero eso yo lo supe hasta que él me lo platicó. Dijo: Oiga, ¿Usted es Rufino? ¿Liliana? Si, mi hija, entonces ya me platicó.

Ya he traspasado las fronteras del pueblo, ya llego hasta Ramos Arizpe, Arteaga  y los ejidos. Debo tener unos 2000 libros en mi casa porque me gusta mucho la novela, me gustan los libros de ensayos novela histórica y libros de una afición que tomé hace más de 40 años, que es el estudio de la prehistoria, la historia de los nativos que habitaron estos territorios acá del norte de México, y que, bueno, me ha permitido escribir.

Ya llevo seis libros y he hecho una sección de mi biblioteca especializada en arte rupestre, entonces tengo libros de otros países con el tema o de muchos colegas de México, de Puebla, de Chihuahua, de Nuevo León, otros de aquí de Coahuila que se dedican también. Lo mío es una afición. Yo no puedo decir que soy un arqueólogo aficionado, soy aficionado a la arqueología, porque si digo arqueólogo aficionado, se enojan los arqueólogos, entonces tiene uno que ser cuidadoso ahí con el con el tema.

Yo tengo ese gusto que empezó ¿Cómo empezó? Mi gusto por la arqueología empezó por el campamento. A mí me gusta ir y acampar allá en el desierto y entonces en el desierto empecé a encontrar conchas, caracoles, pero también flechas, lanzas y pinturas y grabados. Eso me motivó a irme metiendo más, ya no solamente acampaba, sino que también me hice coleccionista.

Tengo una colección registrada en el INAH de más de 20.000 piezas, entre flechas, lanzas, buriles, raspadores, cuentas, morteros, manos de morteros, alisadores, pues que me ha llevado mucho tiempo porque salgo muchas veces.

Este año por cuestiones de salud y de edad y falta de transporte, nada más salí 23 veces, unas de campamento y otras de regresar el mismo día. Tengo muchos conocidos y amigos que que que siguen y me siguen en la página (Facebook) porque yo hablo de sitios y luego ellos me preguntan. ¿Oye, cómo llego? y pues ya les digo.

Soy muy cuidadoso con eso porque eso ese se presta para que vandalicen, para que echen a perder los antiguos vestigios de nuestros habitantes históricos y entonces yo sé a quién le puedo decir dónde encontré las cosas, y bueno es tanto el arte rupestre  que tenemos en Coahuila que, aunque estamos considerados como el tercer estado de la República que tiene más arte rupestre.

Yo digo que está mal, que debemos estar cuando menos en el segundo, por qué nos tienen en el tercero, porque no se han hecho los debidos registros, o sea, hay muchos sitios que no están registrados, eso nos pone en tercer lugar. Si se hicieran los registros suficientes, pasaríamos a estar arriba,  estaríamos en el segundo lugar. El segundo lugar ahorita lo tiene Nuevo León, el primero lo tiene California las Californias en general. 

Existe una cantidad de rutinas que a usted lo han hecho exitoso en lo que hace, tanto para mantener estable, como para lograr hallazgos en campo. A qué hora abre, a qué hora cierra, qué días come, porque yo sé que los jueves come en el mercado y que los fines de semana se va al campo. Cómo son estas rutinas, cuáles son esas rutinas que usted sigue día a día para lograr esto.

Tu sabes que conforme una avanza duerme uno menos. Siempre he tenido trabajos donde la entrada es muy temprano, me acostumbré a levantarme muy temprano, pero ahora exagero porque ahora  me levanto a las 03:00, 04:00 de la mañana y me pongo a leer o me pongo a hacer alguna otra actividad ahí en la casa sin molestar a mi esposa, que también ella me acompañaba. Ella era compañera fiel para ir de campamento.

El horario, no hay ningún loco aquí en Saltillo que abra a las 07:00, 07:30 de la mañana, yo si lo hago, porque me levanto muy temprano, desayuno a las 06:00, me arreglo, me baño y me vengo al café con mi amigos de 07:00 a 08:00, luego de ahí abro la librería al filo de las 08:00.

No me gusta que esté cerrado, de repente tengo que salir y le dejo a un amigo que también le sabe un poco a los libros y con el tiempo quiero poner una librería donde tendría un área de películas y de música. No me gusta que esté cerrado y abro muy temprano. Salgo al medio día, al 10 para la 1, dices: Por qué no a la 1, porque a la 1 salen los niños, me estropean el estacionamiento y no puedo salir, salgo un poco antes.

Voy, como, me acuesto un ratito, como una media hora y a las 15:30 ya estoy aquí de nuevo, y cierro hasta las 7. No abro los sábados en la tarde y el domingo tampoco, pero desde hace 27 años que así lo instituí. En la tarde del sábado, por ejemplo, llego a la casa, como, me cambio, cargo el coche o la camioneta y me voy al monte y regreso hasta el domingo. Eso me permite tomar fotografías, hacer apuntes.

Tengo muchas, no sé, debo tener ya cerca de 100 libretas con mis apuntes, que luego también me sirven para hacer dibujos de lo que me voy encontrando, voy tomando medidas, voy tomando coordenadas y el día que el INAH quiera hacer registros tendrán que consultarme. Tendré que orientarlos dónde están los sitios, dónde están los lugares.

Los jueves como en el mercado, a veces los sábados, pero este de aquí me voy para allá, ahorita como estoy solo porque mi mujer está de vacaciones y yo no pude acompañarlos, estoy comiendo en la calle.

Entonces yo soy muy respetuoso de los horarios, a mi no me gusta que esté cerrado, me gusta siempre llegar temprano; soy muy religioso con mis horarios, cuando cuando yo quiero ir al desierto que alguien me quiera acompañar, le digo salgo a las 6 de la mañana o a las 5 de la mañana, o a las seis, y te quiero ahí, pues si no llegas en 10, 15 minutos me voy. 

Esta búsqueda en el desierto le ha originado a otras actividades como escribir, usted tuvo una aproximación a la literatura infantil, cuénteme de esta obra que usted tiene ya publicada.

Fíjate que de los seis, siete libros que tengo publicados, el primero fue para niños y me lo publicó el Museo del Desierto. Me pidieron una una obra en 5.000 palabras y entonces el librito ese se llama Memorias de una Tribu, y está con el lenguaje apropiado para los para los jóvenes, para los niños, para los infantes y entonces ahí hablo de cómo vivían las tribus que nos antecedieron aquí en en estas partes norte de la República.

El libro lo tiene los derechos, pues yo le vendí la obra al al Museo del Desierto y ellos son los que tienen el derecho y porque no sé si lo comentamos la otra vez, aquí en México es rara la gente que escribe para niños y una de las personas que quizás si la conozcas, todavía el año pasado antepasado dirigía tres museos en Monterrey, es Magolo Cárdenas, ella tiene libros normales para gente grande, pero también tiene libros para niños, pero lo que conocemos es que no hay muchos escritores para los bebés, y entonces muchas de las cosas que se les ofrece a los niños, son traducciones, y qué bueno que hay ahora gente como tú que también está escribiendo para los para la gente menuda, pero no hay quien le entre.

Y te digo, afortunadamente mi primer libro fue para niños, y estoy preparando otro también sobre el tema de los nativos, este, pues donde relate cómo cazaban, como vivían, qué comían, cómo hacían sus lumbres, este ese tipo de cosas las estoy documentando ahorita porque quiero hacer otro otro ensayito, otro libro ilustrado, por supuesto, como hacían sus flechas, donde acampaban y demás, y lo quiero dedicar justamente a los a la gente menuda, porque no hay escritores para niños, son bien poquitos en México, siempre nos dan traducciones. 

¿Todos sus libros tratan sobre sobre arqueología?

 De repente hay algún libro que me llame la atención y yo hago una nota también, o sea una nota bibliográfica, apoyando al autor y haciendo una descripción de la obra y el contenido y a quién está dirigido y todo eso no. Entonces ahorita, por ejemplo, estoy trabajando para hacer una un artículo de unos 2000 palabras sobre Múzquiz, este libro que hizo Yolanda Elizondo Maltos, que ha sido diputada federal, pero ella hizo esta recopilación de notas, está muy bonito.

Y entonces pues también me entretengo escribiendo del desierto, de las pinturas, los grabados los jeroglifos, pero también cuando sale algo porque no hay mucha gente que escriba tampoco de arte rupestre, entonces de repente he hecho crónica de algún libro de Venezuela, o de Colombia, o de gente nueva. 

Don Rufino, ¿hay lugares en México y en Coahuila donde el hombre no haya llegado y que haya cosas todavía por descubrir?

En cuestiones del arte rupestre, sí. Todo mundo conoce y exploró Coahuila desde el siglo 16 buscando minas, entonces se conoce todo el Estado,  estamos atravesados aquí por la Sierra Madre, pero para efectos de la afición esta que yo tengo, si hay lugares donde donde no nos hemos podido acercar, porque nos queda retirado, porque no tenemos recursos o porque, vaya, no es un lugar espectacular como las pirámides y eso. Pero son lugares para mi son muy importantes porque puede haber vestigios de los los antiguos pobladores.

Entonces sí hay algunos lugares que todavía están, rincones que hay que ir y buscar porque ahí va a haber más información de los antiguos pobladores de aquí de Coahuila y del norte de México, sí hay lugares.

En sus recorridos ¿cuál es el lugar que más recuerda, que más le haya impactado? 

Fíjate que en el periódico este donde me publican, El Periódico de Saltillo, ya había yo escrito. Lo conocí, pues en los años 90 gracias a unos amigos de de una comunidad ejidal, son los que me llevaron a ese sitio que se llama Pelillal, hay un zacatito que nace, avienta tres cuatro hebritas nada más y una de ellas echa la flor y entonces le llaman Pelillo, y así le pusieron al ejido, se llama Pelillar. Dentro del ejido hay como 40 sitios, por eso El Pelillar es una zona arqueológica que está compuesta como por 40 sitios.

Uno de ellos es una presa y tiene un nombre muy curioso, se llama Presa Pantalones. Fíjate que curioso nombre, con eso te vas a ir topando cuando andes en el desierto, con nombres así medios curiosos, ese lugar me hizo que yo escribiera fácilmente, no sé, nueve notas seguidas, voy en la número nueve nada más de un solo sitio que se llama Presa Pantalones

Porque son como 2, ,3 kilómetros de donde hay grabados, grabados, grabados, grabados y me permite ver que hay grabados que hicieron los nativos, se fueron, a la vuelta de los años quizás regresaron y volvieron a grabar. Eso se llama palincestos, o sea, empalmaban grabados y grabados, o pintura.

Entonces todo eso lo fui narrando en esa crónica que llevo nueve notas, unas 18.000 palabras yo creo y dan para mucho, ese lugar a mi me impactó, ese lugar es muy bonito porque va desde lo más antiguo de la prehistoria aquí del Norte, hasta épocas ya más recientes, donde hay influencia ya de Mesoamérica, porque encontré grabado Tlalóc, que es muy difícil o encontré la Cruz de Venus, una cruz enmarcada que para nosotros es la representación de Venus, la estrella de la mañana, pero que también es la representación de Quetzalcóatl.

Entonces ya hubo cierta influencia, antes de la llegada de los españoles ya conocían el maíz, por ejemplo, el maíz lo domesticaron allá por los alrededores de lo que ahora es Puebla y de alguna manera ya se conocía acá antes de la llegada de los españoles, que llegaron el Siglo 16, ya conocían aquí en el norte el maíz. No se sembraba mucho porque aquí no tenemos grandes extensiones o grandes lagos o grandes lluvias, como las hay en el centro y sur de México, pero ya se conocía el maíz, por eso yo he encontrado seis, siete lugares, donde está la representación del maíz, precisamente, eso es muy muy curioso.

Han venido gobernadores y alcaldes aquí, a comprarle libros, ¿cómo ha sido esa experiencia?

Pues el que más vino aquí fue el el licenciado Rubén Moreira y alguna vez los hijos de Humberto también estuvieron aquí, ayer estuvo la esposa de un señor que se apellida Aguillón, que fue también funcionario de los Moreira, este no sé si te acuerdas, me compraron libros precisamente para él, y para Rubén.

Rubén aquí vino entre 9 y 10 veces aquí en la librería y siempre me compraba, tenía algún evento aquí en la escuela porque es una secundaria importante, la Viesca o la Juan Antonio y se pasaba para acá, pero aquí entraba sin guardia, los dejaba afuera, otro que también es frecuente, incluso hasta la fecha es Armando Luna Canales, le he arreglado libros.

A  Rubén le preguntaba yo en una ocasión: Oye, pues porque estás llevando libros de derecho, ¿que no los tienes? Dijo: Sí, lo que pasa es que cuando me divorcié la ex esposa se quedó con la biblioteca, entonces él se quedó sin libros y entonces empezó a recuperarlo, por eso venía y compraba, venía y compraba, mandaba a pedir y es uno de los que ha venido por acá.

Al que ayudé, aunque no vino para acá, es Humberto, que me publicó libros, otro que se apellida Villarreal, y algunos regidores. La señora Eglantina Canales  me compró un libro de cacería y le digo: Por qué cacería, dice:  Es que yo salía de cacería cuando estaba más joven, y me compra libros de la tierra, de la flora, de la fauna, porque  es su especialidad ahí en la en la Secretaría.

Ella me publicó uno de mis libros, uno de los libros más bonitos que se llama  Coahuila indígena, y ella lo patrocinó como Secretaría del Medio Ambiente, otros libros me los patrocinó el Ayuntamiento y ahorita estoy aquí con unos industriales a ver si me patrocinan otro, que ya está escrito, ya está el dominio, ya está corregido, ya está diseñado y todo, pero no tengo yo recursos y entonces voy a llamar es el libro se llama, pues ya está este arreglado, se va a llamar Antigüedades coahuilenses.

Tengo ya dos terminados, uno sobre General Cepeda en la prehistoria y otro que se llamará La Fauna en la Gráfica Rupestre de Coahuila, donde hablo precisamente de lo que dejaron los nativos pintados o grabados, de insectos, aves, peces, mamíferos y reptiles. Entonces me encuentro seguido grabados de tortugas, pero también de venados,  de serpientes, camaleones, pero también encuentro algunos insectos y ciempiés, otros vinagrillos, aves, donde hay guajolotes, donde hay águilas, correcaminos. Estoy documentando todo eso, ya tengo muy avanzado el el ensayo y no se si le vaya a pedir el prólogo que me lo haga Carlos Manuel Valdez, que me ha prologado cuando menos 5 de mis libros.

¿Qué consejo le daría a los padres para que los niños se acerquen a la lectura, y a su vez a los jóvenes que tienen 12, 15 años, para para que tengan acceso a a este tipo de conocimiento?

Los niños imitan mucho a los padres, si tu niña, que tu tienes una niña muy bonita, si tu niña te ve leyendo, ella con el tiempo también va a querer tener sus propios libros y qué bueno que,  pues ayer o anteayer compraste libros para ella referente a la fauna porque parece que le gustan los zoológicos y le gustan los animalitos, grandes y pequeños.

Entonces si el padre lee, el hijo también va a leer y digo, en mi caso, quizás la que menos lee es mi esposa, pero si tiene sus propios libros, pero mis hijos, son lectores, buenos lectores los dos, el hombre y la mujer, pero es cosas también de los maestros.

Me llama la atención, por ejemplo, que en los colegios particulares se lea más que en las escuelas oficiales, porque es obligatorio, no sé, si leer un libro por mes o en las escuelas particulares uno por semana.

Muchos de los libros que tengo aquí vienen de colegios, entonces como que es más obligatorio, pero este a veces no leen,  les encargan una tarea y ya usan en lo que tu llamas copy-paste, sin siquiera leer lo que copiaron y pegaron, entonces la forma es que te vean leer, es una forma de que los niños también agarren el gusto y dejen el celular, porque los huercos ya desde kínder traen celular.

No es que esté en contra de los celulares, pues yo también tengo, yo también uso y ahí me documento mucho, pero si te ven leer también van a leer, si el maestro se preocupa por la lectura también eso va a influir y yo, te digo yo el gusto de la lectura se lo debo a mis maestros, de secundaria y de prepa, y ya después ya por mi cuenta. Puedes poner ahí que los libros no muerden.