La noche llegó antes de tiempo

Lo que vivimos el 8 de abril del 2024 en muchas ciudades de México me dejó sin palabras, pero atesoro recuerdos invaluables a los cuales no les podría poner un adjetivo porque ninguno describe a la perfección lo que mis ojos vieron.

Por: Laura Puentes

Desde hace varios años sabía que el 8 de abril del 2024 se viviría en diferentes ciudades del norte de México un eclipse total de sol. Parecía una fecha lejana, pero conforme pasaban los días faltaba cada vez menos para este evento astronómico.

El fin de semana previo al día del eclipse en la Comarca Lagunera se podía sentir la euforia que causaba este suceso. La gente hablaba sobre dónde verían el eclipse y lo que harían ese día. Mientras tanto, la ciudad recibía personas de muchos lugares de México y del mundo que venían con la esperanza de ver el eclipse total de sol.

Llegó el 8 abril. Al despertar sabía que sería un día completamente diferente. Ya mis padres me habían platicado del eclipse que ellos vivieron en 1991. Pero, al levantarme de la cama y asomarme por mi ventana, pude percibir cómo el ambiente de este lunes se sentía extraño, no era como todos los lunes. No estaba soleado, el cielo estaba nublado como pocas veces en La Laguna.

Mi madre, mi hermano y yo decidimos ir al Acertijo Museo Interactivo, ubicado en la ciudad de Gómez Palacio, Durango; un punto de visión segura para el eclipse.

Al llegar, lo primero que vimos en la explanada fueron los telescopios ya posicionados para monitorear minuto a minuto el eclipse total de sol. Poco a poco las personas fueron llegando, algunos traían sus lentes y otros ubicábamos los sitios donde los voluntarios repartían lentes y visores para la gente.

La expectativa en el cielo

Desde que arribamos, yo no dejaba de ver mi reloj, sentía nervios y alegría, era una combinación extraña de emociones, cada vez faltaba menos para que comenzara el eclipse, además sería el primer eclipse total de sol que me tocaría ver.

Conforme pasaron los minutos, la emoción aumentaba y entonces se escuchó una voz como la de las películas de ciencia ficción que venía del interior del museo y decía: “el eclipse ha comenzado”. En ese momento, las personas que tenían telescopios comenzaron a observar a través de este, mientras que los demás mirábamos el cielo con lentes para eclipse o visores. Apenas se miraba una pequeña parte del sol cubierta por la luna.

Para las 12 del mediodía la luna ya había cubierto casi por completo el sol, solo se lograba ver una parte delgada de color naranja y el cielo comenzaba a tornarse de un gris oscuro, un color que me recordó el momento previo a que llueva, pero en este caso no había nubes o relámpagos, simplemente un cielo de un color uniforme. Al mismo tiempo sentí cómo la temperatura comenzó a bajar.

La totalidad

El reloj marcaba las 12:15 p.m. y por el micrófono escuchamos al moderador decir que estuviéramos atentos, que pronto se alcanzaría la totalidad, pero que aún no miráramos al cielo sin protección.

La piel se me puso chinita. Ya no supe si fue por el cambio de temperatura, si fue por la emoción o una combinación de ambas. De un minuto a otro quedamos a oscuras, la gente empezó a aplaudir y a gritar de emoción, mientras miraba como el horizonte se veía espectacular, como una puesta de sol pero más deslumbrante. Ya solo escuché a la lejanía: “Ya podemos ver sin protección”.

Alcé la mirada y fue un momento mágico. El sol se había ido, solo se veía la luna y un impresionante anillo a su alrededor brillaba. ¡No podía creerlo! Así de magnífico es un eclipse total de sol. Mi emoción fue tal, que mientras mi vista estaba puesta en las alturas admirando uno de los fenómenos astronómicos más increíbles que existe, por mis mejillas rodaban lágrimas. No de tristeza, sino de una emoción indescriptible, la emoción de saber que a mis 28 años de edad pude ser testigo de uno de los acontecimientos más extraordinarios que nos regala el universo.

Sin adjetivos

Lo que vivimos el 8 de abril del 2024 en muchas ciudades de México me dejó sin palabras, pero atesoro recuerdos invaluables a los cuales no les podría poner un adjetivo porque ninguno describe a la perfección lo que mis ojos vieron.

El eclipse total de sol duró simplemente unos minutos, pero, para todos los que fuimos testigos de este maravilloso suceso astronómico, quedará guardado en la memoria como el día en que la noche llegó antes de tiempo.