Casa Pädi: una respuesta comunitaria a la desesperanza

Elsa Ángeles y su familia echaron a andar este centro cultural independiente en la ciudad de Pachuca, donde apuestan a promover el arte y la ciencia trabajando desde un enfoque comunitario, cooperativo y abierto.

Por: Jessica Jaramillo y José Juan Zapata

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¿Cómo re-aprender a vivir en comunidad? La pandemia nos dejó muchos aprendizajes, pero uno de los más importantes fue recordar que somos algo más allá que meros individuos. La mejor forma de encarar los desafíos es en comunidad. Y esa es la apuesta que Elsa Ángeles está realizando con el Centro Cultural Casa Pädi en Pachuca.

Este centro abrió sus puertas a la comunidad el 9 de abril de este año. Elsa cuenta en entrevista con Amonite, que la pandemia aceleró su creación, pues si bien tenían en mente realizar un centro cultural con su familia, cuando sus hijos se quedaron sin empleo durante el confinamiento, su esposo y ella supieron que era el momento de materializar esta idea para la que se habían estado preparando desde hace años. Así en tan solo 11 meses construyeron el centro cultural. 

“Lo que vimos que le estaba atravesando a los chavos era la desesperanza”, dice Elsa. “Este es un país que ha superado crisis tras crisis económica. Las superamos todas. Pero lo que he notado en los jóvenes de ahora es pensar: ¿qué me espera por delante? ¿De qué me sirve un título universitario? Antes significaba movilidad social, ahora no”

Ante esa visión desesperanzadora que dejó el Covid-19, Elsa y su marido decidieron actuar. Bajo la convicción de que el deporte, la cultura y la ciencia son extras que deben estar presentes además de la educación formal, aportaron sus sueldos y jubilaciones para dejar como herencia un centro cultural con talleres de arte de todas las disciplinas, un foro cultural abierto a estudiantes y maestros, y una cafetería que se maneja como cooperativa. 

Bajo el lema. “No solo hacemos arte, vivimos el arte de lo colectivo”, nació Casa Pädi, que en lengua hñähñu (otomí) significa “casa de la enseñanza”. El lote se adquirió en 2019, pero el Covid aceleró el proyecto que finalmente abrió sus puertas en abril, y las clases en mayo. Cuenta con 9 salones y un foro, además de la cafetería en la terraza.

Una familia dedicada al arte y la colectividad.

La de Elisa es una familia cruzada por el arte de una u otra manera. Ella estudió ballet clásico y trabajó como periodista y divulgadora de la ciencia. Su marido, politólogo, es melómano, ejecutante de varios instrumentos con un profundo amor por los ritmos latinos y el rock. Su hijo mayor estudió composición y es ejecutante de guitarra; y el más chico estudia Historia en la UNAM.

Así que estas trayectorias íntimamente vinculadas a lo cultural explican su interés por hacer del arte y la cultura un modo de vida, acercándose a ello a través de la experiencia comunitaria, fruto de la formación marxista que experimentaron ella y su esposo a través de la UNAM. Elsa lo explica: 

Nosotros creemos en la colectividad, más que en el individualismo. Todo el mundo me dice: ‘es que tu modelo de negocio está equivocado’. Y es que no pretendo que sea un negocio, esa no es la apuesta. Es responder a una situación emergente que es mundial. Si no respondemos de manera colectiva, tomándonos de los brazos,¿cómo vamos a salir de esto?”

Un espacio con muchas opciones

En Casa Pädi se busca que el deporte, la cultura y la ciencia formen parte de la formación integral de los jóvenes. Así, los docentes de arte pueden disponer con facilidad del espacio. “La idea es: ‘Consigue a tus alumnos, tú cobra y nos das un porcentaje’”, menciona Elsa. Ya cuentan con clases de danza, yoga, fotografía e inglés, entre otras. 

Casa Pädi se encuentra ubicado en Av Piracantos 1507, Col. Alborada, en Pachuca.

También hay maestras que ofrecen clases de regularización escolar para alumnos, “necesitamos que niños y niñas sean preparados por normalistas y recuperados del bache en que los dejó el Covid”, dice Elsa. Por no hablar de que el espacio sirve como galería de exposiciones, foro de conciertos, y ofrece servicios de coworking donde se pueden emprender proyectos y empresas.

La cafetería se ubica en la terraza y usa el modelo de cooperativa, como una oportunidad de apoyar a jóvenes que habían quedado en la incertidumbre por la pandemia. Así que un grupo de cinco personas (ahora cuatro) se organizaron para equiparla y administrarla, con el objetivo de que en el futuro sea sustentable y puedan pagar sus prestaciones y volver a la universidad.

Una “chela” por la ciencia

Elsa, además de su trabajo como periodista, también se ha desempeñado como directora de divulgación de la ciencia en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, y sabe bien que este campo es el que se encuentra hasta la parte de abajo en la lista de prioridades de la política pública, a pesar de ser una obligación constitucional.  

“La pandemia develó que tenemos una bajísima cultura científica. Cuando ves que por la infodemia la gente tomó cloro, o creían que el Covid era un arma biológica, o no se querían vacunar, dices ¡híjole! La divulgación de la ciencia es indispensable”.

Por eso se buscó que en Casa Pädi hubiera un espacio dedicado a la divulgación que empezó a partir de una iniciativa internacional y que se transformó en “Una chela por la ciencia”, donde la gente puede compartir una cerveza y disfrutar de una charla científica en un ambiente relajado. 

El café del centro cultural se maneja bajo el formato de cooperativa.

“Hemos tenido el cupo… ¡sobrelleno! Están llegando los chavos y se están quedando a hacer preguntas. Empezamos con un químico que habló de los procesos químicos que se desarrollan en las estrellas. Luego dos físicos nos contaron del HAWC, el observatorio de Rayos Gamma del Pico de Orizaba. Luego un doctor de filosofía nos habló de matemáticas y la teoría del caos”.

La radio, otro espacio de acción

Por otro lado, también cuentan con una presencia en radio que va más allá del proyecto de Casa Pädi , ya que el programa “Luciérnaga” cumple en este junio 8 años al aire en las estaciones de radio de la Universidad de Hidalgo. Es un programa de una hora de divulgación de la ciencia, donde no se menciona esa palabra por ningún lado; que busca hacerla accesible a todas las comunidades a las que tiene llegada el sistema de radio, que incluye numerosas comunidades rurales y otomíes. También se encuentran disponibles en Spotify. 

“Se me ocurrió como lema ‘Un bicho de luz en la noche del desconocimiento’. Y ha sido un proceso complejo ya que en la universidad no había esa tarea específica. Ha sido ganar público y muy importante: ganar confianza entre la comunidad científica, porque tienen la mala experiencia de ser entrevistados por reporteros que ‘buscan la nota’ y simplifican toda la información. Los científicos tienen mucho recelo”.

La búsqueda de Luciérnaga es que la entrevista sea un diálogo. Es un compromiso importante de ir y venir, de interrumpir al investigador para aclarar conceptos, y no hablar con pomposidad. Elsa destaca que hacer divulgación es también motivar la vocación científica y hablar de lo que se aplica la ciencia y lo que cambia la realidad. Y finalmente estimular a que los diferentes sectores de la sociedad volteen a ver esta labor.

Al igual que en la cultura los divulgadores necesitamos hacer colectividad. La divulgación también salva, forma una nueva cultura, la cultura científica. Se tiene que hacer a un lado de las creencias religiosas, tiene que obligar al estado a que haya los recursos y medios para conseguirlo, y que va más allá de la educación formal, y eso implica un compromiso de muchos sectores de la población”.

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