Los mazatlecos que luchan por una playa sin basura

El colectivo MazConCiencia promueve desde 2019 una serie de iniciativas para reducir el número de residuos que llegan al mar en Mazatlán. Una biobarda y una serie de colilleros son sus proyectos más exitosos.

Por: José Juan Zapata

Cada segundo se arrojan más de 200 kilos de plástico a los océanos. El 70 por ciento se va al fondo marino y el 15 por ciento se queda flotando, según datos de la Fundación Aquae. Estos datos impresionantes nos ayudan a tomar conciencia del grave problema de contaminación que enfrentan estos ecosistemas.

Un grupo de profesionistas mazatlecos decidieron no quedarse con los brazos cruzados y empezaron a buscar acciones concretas para luchar a nivel local por unas playas del Pacífico libres de contaminación. Y piensan ir por más.

MazConCiencia es el nombre de este colectivo en el que participan Sofía Trejo, Balbina Herrera y María Esther Juárez, quienes se han propuesto trabajar en conjunto para realizar sus proyectos. “No manejamos donaciones de dinero, sólo de tiempo, materiales y mano de obra”, dice Trejo en entrevista con Amonite.

Una barrera contra los residuos

En 2019 crearon su primer proyecto, la “biobarda”: un contenedor flotante de basura colocado a la salida de un estero que se conecta con el canal de navegación de Mazatlán. Esta agua proviene de colonias donde hay un serio problema de basura y mala disposición de residuos, por lo que ayuda retener una gran cantidad de desechos que de otra manera irían a parar al mar.

Biobarda instalada por MazConCiencia

“No es una invención de nosotros, es una réplica de un proyecto que ya se hizo en Guatemala y que ha funcionado en ríos. Nosotros lo pusimos en el puente Juárez, y se hizo en colaboración con estudiantes del Instituto Tecnológico de Mazatlán y con aportes de empresas del sector pesquero”, dice Trejo, quien es ingeniera en alimentos marinos.

Al principio los miembros del colectivo pensaban que era poca la basura que estaba reteniendo la biobarda, pero al llegar la primera lluvia se dieron cuenta de la magnitud de su intervención: 30 toneladas de basura que ayudaron a limpiar y a la vez a visualizar la problemática de los residuos que llegan al mar. “Fue una odisea sacar esas 30 toneladas, te podías parar encima. Tenía un metro de espesor, entre ramas y basura”, dice Trejo.

Un aporte de materiales reciclados

En la actualidad cuentan con dos biobardas en lugares estratégicos del puerto de Mazatlán, donde se han logrado retener hasta 180 toneladas de basura. Algo que, a decir de Trejo, los llena de satisfacción pero también de preocupación.

“No hemos logrado que las autoridades se comprometan a sancionar a las personas que no disponen de su basura de manera correcta, ni a crear una estrategia o política pública que logre ese cambio de mentalidad, pero bueno, 180 toneladas es un gran logro”.

Estas biobardas se realizan con material reciclado como PET y redes de pesca. Para construirlas se apoyaron con escuelas, quienes hicieron toda la parte de acopio del plástico PET, y de una empresa de Mazatlán, Pesca Azteca, quienes aportaron boyas recicladas de barcos atuneros.

Las colillas de cigarro, el próximo objetivo

Sin embargo, esto fue sólo el comienzo. A partir de las jornadas de limpieza que el colectivo realiza en las playas de Mazatlán, se percataron que uno de los residuos más comunes en la arena, además del plástico, son las colillas de cigarro, por lo que implementaron unos colilleros para que la gente pueda disponer de estos desechos en un lugar específico.

El año pasado, antes de Semana Santa, se instalaron 24 colilleros en Mazatlán, 22 en Altata y 7 en Culiacán. En menos de 6 meses se juntaron 28 mil colillas de cigarros. Sin embargo, muchos colilleros se perdieron por un huracán al no poder retirarlos a tiempo. Pero eso no los desanima. Este año volvieron a colocar 22 colilleros. “Todo esto es un trabajo extra, no vivimos de esto, lo hacemos en nuestros horarios de descanso o en fines de semana”.

“Pensar que las autoridades nos van a solucionar todo es fundirte. Yo pienso que la sociedad tiene en sus manos la solución, de no consumir tantos productos desechables, de exigir a nuestras autoridades políticas públicas, de aplicar los reglamentos”, dice Trejo. “Tenemos que meterle un poco de más ganas como sociedad para conservar nuestros recursos naturales”.