Matilde Montoya: la primera doctora mexicana

Hoy la recordamos como una dama llena de valentía que abrió la puerta para que más mujeres pudieran ingresar a la universidad y estudiar una carrera profesional.

Por: Laura Puentes

Corría el año de 1857 en la Ciudad de México, faltaba poco para la llegada de la primavera, el clima empezaba a ponerse cálido y las flores comenzaban a brotar en los jardines. 

Era una ciudad muy diferente a la que conocemos hoy, no tenía esos enormes edificios con ventanas de cristal, pero si tenía esas construcciones espectaculares creadas desde la época colonial que siguen siendo parte de la urbe hasta el día de hoy. 

Fue en aquellos días, precisamente un 14 de marzo que llegó al mundo una niña llamada Matilde Petra Montoya Lafragua, era hija del militar José María Montoya y la poblana Soledad Lafragua. 

Matilde, creció en la capital del país, sin embargo, algo en ella era muy diferente a las demás niñas. Montoya era una pequeña que disfrutaba aprender y estudiar con su madre, figura que para ella se volvió la gran influencia para que siguiera sus metas profesionales, que para la época en que vivía eran un verdadero escándalo. 

De la obstetricia a la medicina

Con el pasar de los años, Matilde no solo crecía físicamente sino intelectualmente, cuando tenía la edad de 12 años quiso presentar un examen para ser profesora de educación elemental pero, le fue negada la autorización por ser demasiado joven. 

Tendría 14 años, cuando se examinó como partera en Cuernavaca, donde vivió luego de cursar un año la materia en la Escuela Nacional de Medicina (ENM), pero la muerte de su padre y la falta de recursos la obligaron a abandonarla. 

Pasarían solo un par de años cuando reingresó a la ENM, donde por fin obtuvo el título como partera. Fue así que se mudó a Puebla, donde tuvo gran éxito ejerciendo esta labor, pero Matilde soñaba con algo más, ella quería ser médica. 

Fue así que en 1880 se matriculó en la Escuela de Medicina y Farmacia, para seguir su vocación de convertirse en doctora. A la par de las materias de la carrera, estudió por separado física, química, zoología y botánica. 

En la ciudad de México

Montoya, no concluyó sus estudios en Puebla, de esta manera regresó a la Ciudad de México, donde en 1882, solicitó su ingreso en la Escuela Nacional de Medicina para cursar la carrera de medicina. 

A Matilde no solo le esperaban días llenos de muchos aprendizajes profesionales, sino de críticas y constantes ataques por parte de la comunidad médica, conformada por hombres, quienes no aceptaban que una dama quisiera convertirse en médica. 

La mayoría de los artículos y opiniones, señalaban que era impúdico que una mujer se volviera doctora, además que viera y examinara cadáveres desnudos. Que la labor que debía estar ejerciendo es la de cuidar el hogar. 

Fueron días difíciles para Matilde Montoya, pues no solo en el exterior había desacuerdo, sino que en su salón de clases no cesaban las burlas y ofensas por ser la única mujer presente. 

La intervención de Porfirio Díaz

Fue tanta la presión de los opositores, que a la valiente Matilde Montoya se le dio de baja de la institución, no obstante, ella se las ingenió para seguir su sueño. Así que decidió enviarle una carta a Porfirio Díaz, entonces presidente de México, donde le pedía apoyo para que le facilitarán cursar las materias donde tenía conflicto. 

De esta manera Matilde finalizó sus estudios con excelentes calificaciones, muestra no solo de su gran inteligencia, sino de la gran pasión que sentía por la medicina, sin embargo, los retos aún no terminaban, pues al solicitar su examen profesional, se le negó porque en las actas oficiales decía “alumnos” no “alumnas”. 

Entonces ella volvió a acudir al mandatario Díaz, quien envió una solicitud a la cámara de diputados para que se actualizarán los estatutos de la ENM.  De esta manera, el 24 de agosto de 1887, Matilde Montoya presentó su examen profesional, volviéndose la primera mujer en México en tener un título profesional de medicina. 

Una vida entregada a la medicina

Aunque los opositores insistían en que Montoya se había titulado por decreto presidencial, ejerció con pasión y verdadera vocación su labor como profesional de la salud, atendiendo a pacientes sin importar su condición económica. 

Matilde fundó en 1925, la Asociación de Médicas Mexicanas, donde participó junto a otras mujeres. Murió un 26 de enero de 1938 en la ciudad que la vio nacer y donde desafió los prejuicios de su época para volverse la indomable mujer que luchó por ser médica.

Hoy la recordamos como aquella dama llena de valentía que abrió la puerta para que más mujeres pudieran ingresar a la universidad y estudiar una carrera profesional. Retando a los estigmas machistas que tanto daño le hacen a la sociedad. 

Fuentes: 

Matilde Petra Montoya, primera médica del país – Gaceta UNAM

Matilde Montoya: la historia de la primera médica mexicana (mxcity.mx)